19/8/10

MAGDALENA, LA DE TEZ MORENA







(Un día supe que a mi madre le decían "la poeta". Desde ese día yo pensé en escribir para ella, este poema que pongo en sus manos y en sus labios)

Quiero desencadenar mi poesía en los rincones de mi pueblo,
quiero que mis versos se desencadenen por los viejos caminos.
y por el verano polvoriento de ayer.
Quiero que se escuche mi rima en los barrosos senderos,
en el largo y solitario camino que me conduce al hogar...

Desencadenaré mi poesía entre los álamos y los sauces,
en los escuros callejones de cardos y zarzamoras, allí
donde en mi infancia, mis pies descalzos, mis pies morenos
pisaron muchas veces sobre la crujiente escarcha.
Quiero caminar junto a mis palabras sencillas
por cada calleja, por cada rincón de mi aldea de antaño:
me espera el sol del mediodía llegando a la vieja estación,
me encontraré entre lo Bascuñan y lo Ovalle con mi canasta
allí, junto al viejo carretón de la leche sonreiré a mis vecinas

Salgo con mis empanadas calientes desde San Luis,
un arco de álamos me susurra melodías,
las venderé durante la tarde a la entrada de Santa Luisa,
desde allí vienen los hombres del campo, con sus canastos,
melones, uvas y tomates...

Recorreré los almacenes del pueblo buscando la chancaca,
compraré un trozo de carne, harina cruda y un poco de té,
sin darme cuenta si es invierno o es verano entre árboles y aves
regresaré más allá del  Cristo al puente de mi casa.

Quiero desencadenar mis versos en la vieja choza de totora
aquella que destrozaba en invierno el aguacero,
por donde se escurría la lluvia como cruel lamento de pobreza.
Mi poesía reposará en cada adobe, que mi amado levantó
en medio de este Quilicura, pueblo mío, pueblo nuestro...
Nadie como él amó a sus hijos, derramando sudores y vigor,
en un amor secreto silencioso y fatigado.

Quiero desencadenar mi poesía para que recorra los laberintos
la espesa hierba en los pasajes provoca laberintos en mi tierra...
Es la tierra del fundo Marcoleta, donde Dios nos cobijó
después de morder el polvo, la humillación y la pobreza,
allí se levantó nustra sombría choza de pajas y de adobes
sin cristales, sin cortinas, sin metales, sin pestillos
sin baldosas,sin luces,sin cornisas,sin estanques;
la que mi hijo llamó la vieja casa de la infancia...
Allí donde la tierra regaló a mis hijos la uva y los zapallos,
donde hoy no queda recodo ni espacios de recuerdo.

Quiero que esta poetisa de palabras sencillas y versos simples
la recuerdes con su ropa de Carmelo y su tez mate:
entreabriendo la puerta de la casa, recorriendo el mercado
regando las innumerables flores y los árboles del patio...
Pero mi poesía despertará en cualquier lugar de nuestra aldea:
en el recuerdo, en el presente, en primaveras o veranos
y visitarán mis pies cansados todas las tiendas, todos los bazares
porque en uno de ellos encontraré el juguete de mis nietos,
los frutos de mis hijos tan amados...

Quiero visitar con mi poesía los lugares de mi campo
los escondidos rincones de mi pueblo, donde me encontraba
de tarde o de mañana con los rostros familiares...
Quiero cargar en mis hombros la uva cristalina, el apio
las verduras, los zapallos italianos.
Y quiero en mis baldes vaciar la leche de mis vacas,
quiero respirar el aire frío del invierno en mi pobreza
y que cuando terminen mis días
visiten mi tumba aquellos que me vieron y me amaron.

Quiero como ayer, enviar mis hijos al colegio de mañana
y cuanta alegría me provoca el que sepan deletrear
las páginas del viejo silabario y puedan leer en todas partes
los letreros luminosos de las calles...
Quiero que ustedes hijos míos, enla soledad del campo,
en el silencio de la noche: escriban mi poema de epitafio.




VIEJITO PASCUERO


En el frío atardecer de julio, ya casi al caer la tarde, su nieta Rocío, expresó en este íntimo poema, el sentimiento de todos sus nietos que en  cada navidad recibían un regalo en un pequeño bolsito de lana, tejido a crochet.                                                                                         
                                                                                                        
                                
PARA LA POETISA                                                          


Nos quedaremos casi la mitad,
sin regalo de navidad.
Viejito oscuro.
Nos quedaremos huérfanos de
nuestro regalo de todos los años:
veintiseis regalos míos,
cientos de regalos para todos.
Unos regalos que no venían de
una abuela gorda y robusta
como se piensa de las abuelas,
y las madres de verdad.
Regalos de una abuela de
cuerpo de niña de un
cuerpo adolescente y vestido café.
De un luto de color de golosina,
uan abuela con memoria de
un pueblo entero.

Ayer recorrí, corriendo sin querer
el mismo camino de la infancia,
pero no me encontré contigo
cortando las calas lilas en el jardín.
Ayer corrí por la plaza para
ver si era mentira,
para ver si alcanzaba a tocar
tus flacos dedos de lavandera
todavía tibios.
                                                                                    
Nombre de dolor y de pena: Magdalena;
de una conversación en la mesa
de la cocina con un té y una sopaipilla.
¿Cómo resumir tu historia en una hoja?
¿Cómo saber si es verdad lo que me contaron?
Que hace un tiempo, andabas
arriba de un caballo,
que hace tiempo corrías por el campo.
Recorrido de un siglo tu caminito de tierra,
recorrido de hijos de familias,
recorrido de zapatos café,
de una falda café,
de un chaleco café,
de cara café.
Pero mi saquito de crochet,
los saquitos de crochet, esos
van a tener dulces de colores para siempre,
porque Magdalena de la Cruz, mami,
¿sabes? los escoge todos
los años y no le olvida nadie.

Rocío

3 comentarios:

  1. Hermoso,te felicito
    Sole

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  2. 8.23 A.M. derramo lágrimas por mi padres, al leer estas verdades, sólo verdades, también me quedo grabada esta frase "Y CUANDO TERMINEN MI DIAS VISITEN MI TUMBA, AQUELLOS QUE ME VIERON Y ME AMARON.

    Sylvia Monasterio Calderón

    22-23- y 25 de Julio 2012.

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  3. Gracias Mario por tus hermosos poemas, me hacen derramar lágrimas por todos los que se han ido, pero me permiten recordar mi lejana infancia y la nostalgia de esos días, ayuda a vivir los actuales.
    Marta Monasterio Calderón

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