10/9/10

EL ENCUENTRO JUNTO AL BRASERO

El encuentro con la viuda y los hijos de Carlos Venegas se produjo en su hogar, ubicado en el sector de San Luis, más allá del Cristo.

Cae la tarde, es el ocaso de un día frío, es la hora del reposo lejos de la ciudad, más allá de los álamos, donde se pierde el camino.
Es una casa de campo, con colgantes de aperos, una mesa grande y oscura, el perfume de las plantas silvestres, de corceles y perros, la tierra casi húmeda a nuestros pies y un enorme brasero con leños encendidos.
Es la misma casa de hace décadas, donde compartían las tertulias los padres y abuelos de Quilicura.
Lo que sucede es que el tiempo se detuvo apenas unos sesenta años para que todos los que participan de este encuentro, lo conserven como el más mítico sentimiento de ayer.
Pequeñas lámparas iluminan sombreros en las vigas y un viejo carretón junto a los álamos y la alambrda, es el límite con el potrero.
Junto al pan amasado y a una taza de té, una tarde de junio del 2007, reciben con enorme emoción nuetro regalo.
Es el documento audiovisual de sus exequias y estas palabras escogidas en la memoria del corril.
Un grupo de leales amigos, me acompañan, está también mi hermana. Juntos observamos las imágenes.
El rostro duro de los hombres, se va transformando en miradas de niños huérfanos, se sonrojan las mejillas y una que otra lágrima humedece sus rostros.
La noche ha caído y bajo unos sauces llorones, un audio artesanal irrumpe en el campo.
Las imágenes son tristes pero tienen una secreta e íntima poesía.

Eras la serenidad y la presencia
en las horas más inciertas,
eras una parte del amor
que ha caminado a mi lado cada día,
cada mañana, cada hora.
Eras un horizonte al inicio
y al término del camino.
Eras una llamarada de paz
protegiendo a los pequeños.

Has sido el susurro de palabras calmas
en mis tempestades,
te hiciste grande mucho antes
de que yo existiera,
ya diseñabas los caminos 
a mis débiles pasos.
Tomabas mi mano con tu mano poderosa
y eras capaz de jugar con el viento
a mi lado en los días de septiembre.
Por eso padre, te recuerdo.
Por eso padre, vas conmigo.

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