9/9/10

TERESA..!

Finalizaba la década del cuarenta. La zona norte de Santiago era una región absolutamente agrícola.
Entre Quilicura y Colina, una antigua carretera veía noche a noche el transitar de carretones que se dirigían hacia la vega central
Hoy parecen términos de una novela, pero efectivamente, el casco de los caballos era el único ruido que traía la noche y era el sonido monótono de la madrugada, un trote de caballos que irrumpia el silencio de un campo amplio y sereno...
Entre Colina y Quilicura, se encontraba el fundo "San Ignacio", y allí en el "Molino"el conocido "Puente Verde", lugar de canales de pájaros, de flores silvestres y de sauces llorones.
Era la mayor de nueve hermanos : Graciela, Norma, Eduardo, Carlos, Jorge, Luz , Cecilia y Larry.
Su infancia transcurrió en el apacible sector de Puente Verde.
Allí, a la vera del camino, sus ojos de niña soñaban conocer que había más allá de la colinas y donde terminaba esa larga carretera.
Sus estudios primarios los realizó en la Escuela número 276 de "Los pasos de Huechuraba".
Era una alumna excelente, la más destacada de aquella generación, y posteriormente fue matriculada en la Escuela veinte, de la calle Nueva de Matte, del barrio Independencia.
La década de los años sesenta, trajo consigo todo un movimiento social en nuestro país.
Los cimientos de la sociedad conservadora tamabalearon en América y en Chile, con los movimientos políticos y populares.
También aquel eco llegó hasta nuestros campesinos y en la familia Valladares Beiza, cuyo padre trabajaba como mediero, despertó un sentimiento de progreso y de bienestar.
En el año 1966, en Quilicura, surgían los movimientos de pobladores, era la denominada "operación sitio".
Acá en el fundo "Lo Etchevers", se empezó a gestar lo que sería luego la población María Ruiz Tagle de Frei, un lugar que acogería a decenas de familias, pioneros, quienes no tenían ni sitio, ni vivienda.
Por aquellos años, Teresa Valladares que había terminado sus estudios técnicos y que trabajaba en una industria de confecciones infantiles , vió cambiar abruptamente su vida.
De su tranquila vida junto al amplio campo del  Puente Verde, se vió rodeada de familias y vecinos que componían esta nueva población y su hogar, en estas tierras nuevas, quedó al final del pasaje Sucre, una de las estrechas calles del nuevo caserío.
Era el año 1968, y la nueva convivencia les hizo adaptarse a costumbres y hábitos de estos llamados "quilicuranos".
No fue fácil ni para ella ni para sus hermanos, ni para sus padres.
Teresa fue esforzada y trabajadora, siempre se abrió camino con lo que ella eligió: le gustaba la moda, la costura y la confección. Aún hoy, en la casa de la calle Sucre, se encuentra la primera máquina de coser que le regaló su madre.
Así transcurrió su vida, entre el trabajo y sus hermanos, entre las costuras y la necesidad de ayudar a sus padres y a sus hermanos más pequeños.
En el año 1983, contrajo matrimonio y de esta unión nació su hija María Paz. Entonces dejó la casa paterna e inició otra vida en el sector barrio "Reina María", en la calle Bolivia, donde volcó su cariño, su esfuerzo y su ilusión en esta su única hija...
No hace mucho, en el mes de octubre del año 2006, la vida y su trabajo le pasaron una cruel factura.
Una serie de enfermedades hicieron estragos en su débil contextura. No se recuperaría de sus dolencias, toda su familia fue testigo, en forma silenciosa del tremendo combate que inició y que vivió para tratar de recuperarse.
Fueron días y meses de incomprensible sufrimiento, de soledad, de dolor. Sus angustias fueron una agonía permanente.
Cualquiera sea nuestra idea del sufrimiento, a nosotros nos será muy difícil entender porque a Teresa le correspondió este sufrimiento, a nosotros permanentemente nos venía esta pregunta:
¿ Y por qué tú tenías que vivir con este dolor, por qué esta soledad de sufrir..?
El lunes 07 de enero a las 21.00 horas, se extinguió tu vida.
No estabas sola. Dicen tus hermanas que cruzaste el umbral de la vida hacia la muerte con una quietud y una paz poco común. Tus suspiros se hicieron lentos y se consumió tu vida como un cirio, entre oraciones y ensueños.
Te convertiste en una niña, porque en tus vigilias postreras elevaste tu doble astral y volviste a ser la niña del "puente verde", en los prados y sauces de San Ignacio.
Nos dejas a tu hija.
Nos dejas con tu querida nieta Javiera.
Te has quedado en el corazón de todos nosotros y especialmente en el de Víctor, porque nadie como él ha resistido con tanta paciencia, con tanta serenidad, casi estoicamente, este tiempo que le tocó vivir.
Te despedimos en la fe de la Iglesia.
En algunos años más, tu querida Javiera y nuestros nietos, al hablar de tí, buscarán una estrella en el firmamento.

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